En las últimas
semanas se intensificó la campaña contra el acoso callejero a las mujeres. El
debate, que pierde sentido como casi todo cuando se debate en los medios, se
centró en la idea del piropo. Venimos de una cena de amigos varones, donde como
corresponde se habla de futbol, política y mujeres y la discusión sobre el tema
de algún modo sobrevoló la mesa. Es interesante pensar, después de desmadejar la
discusión tardía sobre el tema, las lógicas que constituyen el debate público,
que las declaraciones del jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires vinieron
a reverdecer.
Los medios con mucha simpleza desplazaron la discusión de la idea de acoso callejero a la noción de “piropo”. Pensando en general, no es casual que la mayoría de los programas en los medios masivos sean conducidos por hombres. Ellos se preguntan, y preguntan a sus panelistas, locutoras o columnistas, si los “piropos” son todos agresivos. ¿Qué mecanismo simplifica la noción de acoso callejero a la idea de los “piropos” gentiles? Solamente puede hacerse desde una mirada claramente machista y patriarcal. Porque los hombres –que reproducimos los mecanismos de dominación machista en todos los espacios- no podemos comprender que el complejo del “piropo” es mucho más que el texto que el mismo implica. Creemos que un “que linda que sos” es solo eso. El “que linda que sos” implica una mirada, una actitud corporal, un acercamiento, en definitiva una invasión a la privacidad y la integridad de la mujer. ¿Qué le importa a esa mujer que un tipo, cualquiera, desconocido, pueda quebrar su espacio privado en un ámbito público para decirle algo, para mirarla de un modo particular, para acercarse y ocupar ese espacio personalísimo?
Repetimos, reducir el acoso callejero al texto del piropo es un recurso que los mecanismos machistas de dominación imponen para cambiar el eje de la discusión. Incluso cuando se trata de decir “que lindos ojos tenes”.
Mauricio Macri –que no en vano eligió como candidato a gobernador de Santa Fe a un adalid del más abyecto machismo- en estos momentos de discusión del tema, legitima con sus dichos no solo la idea del piropo bueno, sino de que admite el hombre puede invadir el cuerpo de la mujer, pues está bien para él mirarle el culo y e imaginarse poseyéndolo, pues todo eso ocurre cuando se dice “que lindo culo tenes”. Y nada está bien con eso.
En esa frase hay una apropiación del cuerpo de la mujer tan violenta y tan potente como si efectivamente lo pudiera utilizar a su gusto. No alcanzan los pedidos de disculpas porque lo llamó la hija. Sigue pensando lo mismo. Como la mayoría de los hombres y como muchas mujeres que siguen diciendo que les levanta la autoestima que le digan piropos por la calle.
¿La belleza física es clave para la autoestima de las mujeres?
Si fuera así, aun no salimos del siglo XIX
Los medios con mucha simpleza desplazaron la discusión de la idea de acoso callejero a la noción de “piropo”. Pensando en general, no es casual que la mayoría de los programas en los medios masivos sean conducidos por hombres. Ellos se preguntan, y preguntan a sus panelistas, locutoras o columnistas, si los “piropos” son todos agresivos. ¿Qué mecanismo simplifica la noción de acoso callejero a la idea de los “piropos” gentiles? Solamente puede hacerse desde una mirada claramente machista y patriarcal. Porque los hombres –que reproducimos los mecanismos de dominación machista en todos los espacios- no podemos comprender que el complejo del “piropo” es mucho más que el texto que el mismo implica. Creemos que un “que linda que sos” es solo eso. El “que linda que sos” implica una mirada, una actitud corporal, un acercamiento, en definitiva una invasión a la privacidad y la integridad de la mujer. ¿Qué le importa a esa mujer que un tipo, cualquiera, desconocido, pueda quebrar su espacio privado en un ámbito público para decirle algo, para mirarla de un modo particular, para acercarse y ocupar ese espacio personalísimo?
Repetimos, reducir el acoso callejero al texto del piropo es un recurso que los mecanismos machistas de dominación imponen para cambiar el eje de la discusión. Incluso cuando se trata de decir “que lindos ojos tenes”.
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En esa frase hay una apropiación del cuerpo de la mujer tan violenta y tan potente como si efectivamente lo pudiera utilizar a su gusto. No alcanzan los pedidos de disculpas porque lo llamó la hija. Sigue pensando lo mismo. Como la mayoría de los hombres y como muchas mujeres que siguen diciendo que les levanta la autoestima que le digan piropos por la calle.
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En esta emisión:
Nos acompaña durante el programa Sergio Olguín para hablar de su última novela Las extranjeras
Entrevistamos a Gabriela Adamo, directora de la Feria del libro, que abre hoy sus puertas
Pedro Brieger nos informa sobre los procesos electorales en el mundo árabe y elige la noticia destacada de www.nodal.am
Buenos Aires en una canción: Pastillas de una ciudad en conflicto
Las música del día la elige Verónica Rosenthal
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