Hay una frontera muy sutil que separa el bodegón y la
cantina. Especialmente cuando hablamos de cantinas que nos son para venderse al
extranjero. Las cantinas locales, instaladas desde tiempos remotos, seguramente
fueron, en sus orígenes, bodegones, boliches populares, restaurantes de barrio
con salón familias.
La viña del Abasto, en la esquina de San Luis y Jean
Jaures, es una típica cantina de Buenos Aires. Exactamente en San Luis 3007,
está en la esquina dedicada a Marcos Zuker, ciudadano ilustre de la ciudad
desde 1998.
Con 40 años atendido por los mismos dueños, el boliche
comenzó a funcionar como fonda y despacho de bebidas hace casi 80 años. La Viña
del Abasto se especializa en Pollos. Al verdeo, al ajillo, a la Guadalupe, como
lo prefieran, el pollo es el rey indiscutido de la cantina. Claro que no sería
correcto despreciar el chivito o las pastas caseras.
Como buena cantina porteña, en La Viña pueden comerse buenos
fiambres de entrada (un jamón crudo asentado como corresponde) y escabeches en
su punto justo.
De postres, los caseros de siempre, más el queso y dulce o
charlote sacan número para ser elegidos.
Para sostener su arraigada costumbre en el barrio y sus
visitantes del resto de la ciudad, en la Viña el plantel de mozos y del
personal de cocina es prácticamente el mismo desde aquellos años ’70.
Cantina porteña por excelencia La Viña del Abasto, en la
esquina de San Luis y Jean Jaures, tiene una contra importante: se llena
siempre de gente. Más vale ir temprano o con paciencia.
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